El vino llega a muchos sentidos. No se queda en el gusto. Es por esto que, en este post, hablaremos de las propiedades del vino que perciben nuestros sentidos. Esto comúnmente se denomina, las propiedades organolépticas del vino.
Este concepto es bastante amplio, ya que abarca todas las fases de una cata y nos permite describir las sensaciones que nos produce beber, catar o degustar un vino. Es decir, nos referimos al color, al olor, a la textura y al sabor del vino.
Con estas especificaciones puede parecer que estamos obviando dos sentidos: el tacto y el oído. Sin embargo, grandes catadores incluyen que la relación entre los sentidos a la hora de catar o degustar un vino es directa y proporcional.
Esto se refiere a que, aunque técnicamente estos sentidos queden fuera del análisis de las sensaciones de un vino, es innegable que las sensaciones y experiencias de cada amante del vino durante su cata se extrapolan. Esto puede traducirse en una mayor capacidad de transmitir el valor de sus propiedades organolépticas.
Es decir, a lo mejor un vino puede llevarte a la época en la que fue vendimiado y puedes recordar esa sensación y ese tiempo. Así que, teniendo en cuenta esto, no podemos separar estos sentidos del resto.
La experiencia de cata de un vino es capaz de activar todos los sentidos habidos, hasta el punto que el momento de servir un vino y oírlo caer sobre la copa permite definir algunas características del mismo.
Propiedades organolépticas más distinguibles
El cerebro se encarga de transmitir, elaborar e interpretar las sensaciones percibidas dentro de una cata de vino. Así que, las propiedades del vino que perciben los sentidos pueden variar en función de la persona.
Además, los sentidos se relacionan en una cata de vino. Respecto a la relación gusto-olfato, los sabores están íntimamente relacionados con las características gustativas de las sustancias. Sin embargo, los olores se pueden relacionar con otros ya conocidos y producir sensaciones distintas a las conocidas. Para determinar el sabor, las partículas olfativas por vía retronasal son muy importantes.
En cuanto a las relaciones gusto tacto, en la lengua existen muchas terminales nerviosas que producen tanto sensaciones táctiles como térmicas, además de gustativas.
Por otro lado, en las relaciones vista gusto, el color llega a ser tan sugestivo que puede confundir el gusto. Sin embargo, esta influencia no es generalizable y unos sabores son más influenciables que otros según la persona.
En la relación olfato vista, la luz blanca y la intensidad aumentan la sensibilidad de los sabores y los gustos. Esto puede hacer que, a la hora de catar un vino percibamos un mayor aroma debido a la luz.
Respecto a la relación vista oído, la estimulación auditiva aumenta la sensibilidad a la luz. Y, por otro lado, la estimulación luminosa, aumenta la sensibilidad auditiva.
Por último, las relaciones gusto oído y olfato oído son las más difíciles de establecer.